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Romli utiliza esta iconografía, niñas preadolescentes cargadas de simbología sensual para, a través de una reinterpretación artística, denunciar la tragedia de las bodas con niñas que se celebran en la actualidad. Ambos sucesos fatales tienen en común a sus víctimas: niñas indefensas, con escasa o ninguna educación, sin apoyo social, y que proceden de familias con muy escasos recursos económicos. Autorización de matrimonios con menores En el código de familia marroquí, en el TÍTULO II, De la capacidad, la tutela matrimonial, y la dote (Sadaq), en el Capítulo I, los ARTÍCULOS 20 y 21 permiten al Juez de Familia autorizar el matrimonio entre adultos y menores, siempre que indiquen el interés y los motivos que lo justifiquen. Para ello escuchará a los padres de la menor o a su representante legal, y recurrirá a un dictamen médico o a una investigación social. El matrimonio deberá ser aprobado por el representante legal de la niña. El matrimonio de las menores es autorizado por su propio interés, asegura el Ministro marroquí de Justicia, para explicar una decisión parlamentaria que prolonga cinco años más la legalización de los matrimonios con niñas. Lo que las leyes contemplaban como una excepción, se ha convertido en una norma. En ocasiones, las familias de estas niñas ven en el matrimonio una opción que, a corto plazo, les ayudará a mejorar su situación económica. Pero la realidad es que las bodas con niñas ahondan y consolidan la pobreza, eternas analfabetas que no terminan la escuela para convertirse en madres sin educación, o en esclavas sexuales de sus maridos, con el riesgo, ante la desobediencia, de ser humilladas, golpeadas, o violadas. Desde los seis o siete años, hasta los once, los niños se sitúan, según Piaget, y con respecto a su desarrollo cognitivo, en la etapa de las operaciones concretas. Muchas niñas son obligadas a casarse con nueve o diez años, edad en la que son capaces de asumir un número limitado de procesos lógicos, y su comprensión todavía depende de experiencias concretas con determinados hechos y objetos, y no de ideas abstractas o hipotéticas. A partir de los doce años comienza la etapa del pensamiento operativo formal, momento en el que miles de niñas dejan su infancia para convertirse en mujeres. Algunas se casarán en los próximos años, otras lo hicieron hace ya mucho tiempo. A partir de ahora, tienen capacidad para razonar de manera lógica y formular y probar hipótesis abstractas. Desde esta perspectiva, el desarrollo es una interacción entre la madurez física (organización de los cambios anatómicos y fisiológicos) y la experiencia. Mediante las experiencias, los niños adquieren conocimiento y entienden, y con la acción, descubren cómo controlar el mundo. Sin embargo, si una niña es obligada a dejar su infancia y a convertirse en una mujer casada en una etapa temprana de su desarrollo, ¿por medio de qué experiencias conoce, comprende y construye su pensamiento? A través de la intervención plástica y la deconstrucción de la iconografía de las tarjetas postales coloniales con niñas, de marcado carácter orientalista, y cargadas de elementos sensuales, Romli nos pregunta si, en estas trágicas circunstancias, las niñas casadas pueden elegir libremente su destino. El abuso, la anulación, la negación de la propia identidad, forman parte de las experiencias de aprendizaje de estas niñas. La mayoría, situada todavía en una etapa infantil caracterizada principalmente por el juego como eje de aprendizaje y desarrollo, desconoce lo que les sucederá a partir de ahora. Si un día, todavía muy cercano, jugaban a cuidar muñecas, hacían dibujos e inventaban historias, hoy serán vestidas de novias y vivirán, con gran horror, su noche de bodas. Los esposos, en ocasiones veinte o treinta años mayores que ellas, querrán mantener relaciones sexuales con las niñas, que se resistirán con gritos y llantos. Jugar a la noche de bodas Para Piaget, el juego forma parte de la inteligencia del niño, representa la asimilación funcional o reproductiva de la realidad. Las niñas casadas no juegan, ahora son sometidas a las obligaciones propias de esclavas sexuales o sirvientas. El juego contribuye a las capacidades sensorio motrices, simbólicas y de razonamiento. Según Vigotsky, el juego surge como necesidad de reproducir el contacto con lo demás, es una actividad social, en la cual, gracias a la cooperación con otros niños, se logra adquirir papeles o roles que son complementarios al propio. A través del juego simbólico se transforman los objetos y se convierten en la imaginación en otros con un significado diferente. Las niñas casadas son desterradas del paraíso de la infancia. El juego es imprescindible para el desarrollo psicomotor, intelectual, afectivo y social. Romli denuncia la privación de este derecho, así como de la posibilidad de que estas niñas se desarrollen como personas plenas, autónomas y felices. Cuando juegan, los niños aprenden a afrontar situaciones diversas que deberán enfrentar a lo largo de su vida. Al jugar, los niños descubren nuevas sensaciones, coordinan los movimientos de su cuerpo, desarrollan su capacidad sensorial y perceptiva, organizan su estructura corporal, estimulan la capacidad para razonar, el pensamiento reflexivo y el representativo, trabajan la memoria y la atención, desarrollan la imaginación y la creatividad, el lenguaje y el pensamiento abstracto, la comunicación y la socialización, les permite la expresión emocional, el desarrollo del autoconcepto y de la autoestima, y en suma, les permite desarrollar su personalidad. En lugar de juegos y canciones de infancia, las niñas casadas mantienen relaciones sexuales con hombres mayores que ellas, limpian la casa y, en ocasiones, muy pronto, tienen sus propios niños. Se convierten en esclavas de sus esposos, y ante la evidencia de su drama gritan y lloran. Y es, en ese acto de negación y defensa, en el que se convertirán en víctimas de abuso sexual que, en algunos casos, culminarán en tragedia sobre tragedia, algunas niñas morirán víctimas de la tremenda violencia. La resiliencia, es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido o una violación. Romli, en su trabajo artístico, denuncia el trágico fenómeno de las niñas marroquíes obligadas a casarse, al tiempo que construye, a través de su mirada sensible y crítica, una oportunidad de resiliencia simbólica para la recuperación y la superación de la tragedia vivida. En una obra de una belleza plástica indiscutible, Romli utiliza las imágenes del pasado para denunciar el drama que viven miles de niñas en Marruecos, más de cien años después de la época del colonianismo, y en plena modernidad, fenómeno que ocurre ante la indiferencia de jueces y autoridades. En una interesante combinación de simbolismo, juego, y creatividad, características dormidas en la infancia perdida de las niñas casadas, Romli denuncia y sensibiliza, desafiante y audaz en su obra, la dramática situación actual de las niñas esclavas del siglo XXI.
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María José Benito |
20/21 Las reglas del Juego Por María José Benito |
El trabajo artístico de Mostapha Romli denuncia un dramático fenómeno que se ha duplicado en Marruecos en los últimos diez años: los matrimonios entre hombres adultos y niñas. El Ministerio de Justicia ha registrado un aumento considerable de estas bodas en el último decenio, se han celebrado ya más de 30.000. Investigaciones independientes han probado que una parte de estos matrimonios han sido coaccionados, con la finalidad de ocultar violaciones u otras atrocidades contra la libertad, la dignidad e incluso la integridad física de las menores. Niñas sometidas a circunstancias traumáticas que son despojadas de todos sus derechos, entre ellos, el de vivir su propia infancia. |
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